domingo, 18 de noviembre de 2012

HV La guerra civil castellana (1475-1479)


El conflicto sucesorio producido a la muerte de Enrique IV (+1474) dio lugar a una guerra civil entre los partidarios de Isabel (hermana del difunto rey) y Juana (hija de Enrique IV y a su vez hermana de Isabel), ambas pretendientes al trono castellano. 

En favor de Isabel se situaron algunas ciudades, como Palencia, Valladolid, Medina del Campo, Segovia, Avila o Toledo, además del reino de Aragón. A favor de Juana se alzaron Burgos, Atienza, Arévalo, Madrid, Alcántara o Trujillo. 

El conflicto se hizo internacional con la entrada de Portugal y Francia, ambos en apoyo de Juana. Tropas portuguesas penetraron por el valle del Duero, estabilizándose el frente en la región de Zamora. En marzo de 1476, tropas de Isabel lograban tomar Burgos tras un largo asedio. Ese mismo año, el ejército de Fernando el Católico lograba una gran victoria cerca de Toro y, al mismo tiempo, se conseguía expulsar a los franceses de Fuenterrabía y detenerlos en el Rosellón. 

La guerra continuó durante los tres años siguientes, salpicados de treguas y escaramuzas militares. En 1479 las tropas portuguesas fueron derrotadas en Albuera. Finalmente, el perdón a los partidarios de Juana y la firma del tratado de Alcaçobas-Toledo con Portugal dejaban el trono castellano en manos de Isabel. 
Castilla sale muy fortalecida de la guerra. A la unión con la Corona de Aragón, aunque manteniendo instituciones diferentes, se sumará en los años siguientes la anexión de los reinos de Granada y Navarra, al tiempo que comienza su expansión por el Atlántico.


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